Maria Teresa Chícas, una madre viuda con dos hijos, José Carlos de 22 y Saraí de 10 años. Maria es un ejemplo de que con esfuerzo, trabajo y voluntad, es posible vencer cualquier obstáculo y salir adelante. Pese a que su esposo falleció años atrás y José Carlos padece de una enfermedad desde su nacimiento, el sueño de tener una casa propia jamás ha desaparecido y sabe que con su trabajo diario como enfermera, lo alcanzará.
Maria Teresa ha pasado a lo largo de su vida por momentos difíciles. Hace 3 años aproximadamente, José Carlos quedo en estado vegetal, por lo que tuvo que recurrir a un préstamo bancario para poder realizarle los tratamientos necesarios. Gracias a Dios, ha mostrado una mejoría significativa, pero sus cuidados y gastos siguen siendo bastante altos. Pese a todas estas situaciones adversas, la buena voluntad y el deseo por superarse y ayudar a otros persistió, por lo que Maria Teresa formó parte del Comité Local de Hábitat en su región. “Hace 10 años estuve apoyando al Comité Local de Hábitat que estaba conformado por personas de recursos limitados, pero con muchas ganas de ayudar. Yo había quedado viuda y estaba embarazada de Alejandra y todo mi embarazo estuve apoyando.”
Con el paso de los años, Maria Teresa ha trabajado arduamente y ha logrado comprar un terreno en donde hoy se construye su vivienda, su sueño desde hace mucho tiempo y por el cual aún sigue trabajando.
“Mi mayor sueño es poder tener mi casa para poderle dar a mis hijos un techo digno, siempre he luchado por ellos y me ha sido difícil, pero gracias a Dios estoy bien de salud y le pido a Dios que me la siga regalando”, comenta Maria Teresa frente al material de construcción que pronto se convertirán en su hogar.
Hábitat para la Humanidad, trabaja bajo el principio de ayuda mutua, sobre el cual voluntarios, empresas y prestatarios, unen esfuerzos para la construcción de un mejor país. Sin duda alguna, la familia Chícas estará agradecida por el apoyo que ustedes como voluntarios estarán brindando para la construcción de su vivienda. Sus manos y su corazón voluntario nos permiten seguir construyendo viviendas, comunidades y esperanza.