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Mayela, William y sus dos hijas, Luisa y Ariani, viven en su nueva casa de Hábitat, en la colonia La Esperanza, Escuintla. Durante muchos años ellos tuvieron que alquilar porque no tenían casa propia.
Hace unos años William se enfermó y tuvieron que mudarse a la casa de la madre de Mayela, en donde vivían ocho personas y no era nada cómodo.
“Yo deseaba mucho tener mi propia casa”, cuenta Mayela. Ella compró un terreno hace seis años pero nunca tuvieron la oportunidad o los fondos para construir. “Intentábamos, pero nunca era posible” explica.
Por casualidad, Mayela habló con alguien que ya tenía una casa de Hábitat y al enterarse que los intereses serían menores a los de un banco decidió ir a la oficina. Pidió su solicitud y en poco tiempo pudieron empezar a construir.
“Esto es muy bueno porque es nuestra propia casa, cuando estábamos en la casa de otros no era igual” dice Mayela, quien ahora puede dedicar más tiempo a su familia, porque cuando vivían con sus padres ella cocinaba y limpiaba para ocho personas.
La construcción tomó tan solo cinco semanas. Aunque tuvieron que esperar un par de meses para que les conectaran la energía eléctrica, finalmente pudieron mudarse. Ahora la familia cuentan con dos dormitorios, un comedor y una cocina. Lo mejor de todo es que todos esos espacios son de su propiedad.
Conoce a Viviana Muñoz Ruiz, Psicóloga Comunitaria Profesional, quien forma parte del primer equipo de voluntarios de Fundación América Solidaria (organización que se encuentra en siete países de América del Sur y del Caribe) en Guatemala. Su proyecto: Huertos Comunitarios y Familiares de Autoconsumo en la aldea de Macalajau (municipio de Uspantán, Quiché).
MEJORAR LA CALIDAD DE VIDA DE MACALAJAU
Viviana Muñoz está encargada de promover y dinamizar la articulación social y comunitaria para la adecuada implementación de este proyecto que se realiza en conjunto con Hábitat para la Humanidad Guatemala. Le acompañan sus compañeros de trabajo Luis Muñoz Cabrera y Fernando López Camajá. Este trío hace viable el desarrollo de los huertos gracias a su compromiso con la comunidad k’iche’ que se ubica a 30 minutos de San Miguel de Uspantán. El objetivo del proyecto es mejorar la calidad de vida de las familias mediante una alimentación más sana gracias a las diversas especies de vegetales que ya crecen en el Huerto Comunitario y pronto serán también sembrados en los Huertos Familiares. Debido a la difícil economía familiar, las comidas diarias son principalmente frijol y maíz, lo cual contribuye a la desnutrición infantil que existe en la comunidad.
Para la implementación se contemplaron fases, la primera consistió en un diagnóstico psicosocial. Estos datos cualitativos arrojaron respuestas específicas en cuanto a las necesidades de las familias. En este proceso, el trabajo de Fernando López Camajá, oriundo de Uspantán, fue esencial para determinar la realidad del sector.
A partir de esto se iniciaron visitas a cada una de las casas, las cuales demandaban tiempo y buen estado físico debido a la lejanía que existe entre los hogares. Gracias a esto se logró construir un lazo de respeto y cercanía con las familias, lazos que son vitales para lograr grandes cambios. La segunda etapa coordinó la movilización de 63 familias, organizándolos por sectores con 17 representantes, encargados de las convocatorias comunales, el cuidado y control de las herramientas y la coordinación de las familias para la mantención de la huerta comunitaria.
El modelo de organización facilitó la planificación de acción para Viviana. En junio de este año se realizó la construcción del Huerto Comunitario mediante una técnica ancestral de terrazas incas que cuenta con un sistema de recolección de lluvia, lombricompostera, abonera y una variedad de vegetales sembrados. La construcción contó con el apoyo de dos asesores técnicos expertos, Gabriela Lucas de CIASPE México y Alberto Pizarro de FOSIS Chile, quienes viajaron para enseñar las técnicas a la comunidad.
EL CAMBIO SOCIAL POSITIVO
Su trabajo facilita la articulación social y comunitaria para que, posteriormente, sus compañeros puedan implementar técnicas para la adecuada implementación de huertos. Actualmente se encuentran en la construcción de la matriz diagnóstica, trabajo que no hubiera sido posible sin el apoyo de los practicantes Antonio Chic y Gilberto Yat. Actualmente se comenzará la preparación para los huertos familiares y en octubre comenzarán las capacitaciones de hábitos alimenticios.
Viviana Muñoz Ruiz está dedicada 100% a su trabajo en la Fundación y a la finalización del proyecto. Es evidente que su trayecto está ligado a proyectos sociales y que a través del voluntariado seguirá promoviendo consciencia social y gestionando actividades que movilicen a la sociedad. Esta psicóloga está convencida que no se puede vivir indiferente ante la desigualdad de oportunidades y que el deseo de cambio no es suficiente, la acción es necesaria. Finaliza aseverando “las transformaciones no llegan golpeando la puerta de nuestra casa para invitarnos a un cambio social positivo, tenemos que ser partícipes de la realidad para entenderla y desde ahí, con participación, abrir espacios que permitan construir nuevos senderos de posibilidades.”
CRECER EN UN AMBIENTEDE VOLUNTARIADO
Viviana Muñoz Ruiz nació y creció en Valparaíso, Quinta región de Chile. Ésta es una de las ciudades con la tasa más alta de cesantía y vulnerabilidad social del país, con respecto a esto afirma “me atrevería a decir que no existe porteño que no haya pasado por al menos un día de precariedad”. La chilena retrata un paisaje de voluntariado espontáneo en su región, determinante para su labor actual. Sus padres son responsables de su laboriosidad en gran parte, ambos fueron siempre “empáticos con el dolor ajeno” y desde muy pequeña gracias a ellos estuvo involucrada en el servicio al otro. Se negó quedarse con los brazos cruzados ante la injusticia social.
Los e studios de Viviana también son determinantes, su formación como psicóloga en la Universidad del Mar le permitieron acercarse a otras realidades, esas donde la dureza de la vida alcanza a personas que solo se conocen a través de los noticieros. Bajo la tutela de excelentes docentes como María Teresa Almarza, Cecilia Alarcón, Arturo Pérez Verde-Ramo y Álvaro Venegas, obtuvo una formación que unía teoría, trabajo y pasantías, vinculados a escenarios sociales que pasaban dificultades. Este momento de su vida fue fundamental para reforzar sus raíces e impulsarla a tomar nuevos retos con una mejor preparación.
INVOLUCRADA EN ESCENARIOS SOCIALES
Realizó su práctica profesional en 2008, en el Taller de Acción Comunitaria –TAC–, organización social que vela por la dignidad y mejora de la calidad de vida de familias del cerro Cordillera de Valparaíso y los alrededores. Esta institución realiza un amplio trabajo, desde refuerzo de identidad local, asociatividad, reapropiación de espacios públicos, hasta educación ambiental y personal. Su trabajo consistió en intervenciones psicosociales principalmente con escuelas de los cerros Cordillera, Alegre y Florida. Además, junto a su compañera Verónica García Cid diseñó, planificó y ejecutó talleres para mujeres en situación vulnerabilidad social.
Como practicante reforzó su conocimiento y su espíritu de voluntariado, tanto que recalca “es uno de los pocos lugares que trabajan en coherencia con el discurso de construir una vida mejor. La comunidad, sus voluntarios y fundadora, la Sra. Patricia Castillo, tienen hasta el día de hoy mi respeto y un profundo cariño.” Posteriormente y de acuerdo al desarrollo de su Tesis Profesional se involucró en un estudio investigativo, de nuevo junto a García Cid, acerca del proceso de duelo en miembros de familias con un integrante víctima de homicidio que asistieron a terapia psicológica en el Centro de Atención a Víctimas de Delitos Violentos de Viña del Mar –CAVI–, contando con apoyo del psicólogo de esta institución, Carlos Bravo.
Después del CAVI regresó al voluntariado, durante 2009 y 2010 formó parte de la fundación Un Techo Para Chile –UTPCH–, en donde trabajó talleres de desarrollo personal, pérdida y duelo con un grupo de mujeres del Campamento El Vergel del Cerro La Cruz de Valparaíso. Esto fue interrumpido por la situación que vivía el país. El terremoto y tsunami del 27 de febrero de 2010 dejó 524 víctimas mortales, 2 millones de damnificados e incremento en 1.4% la escasez de recursos, razón que la llevó a involucrarse en la ONG Psicólogos Voluntarios de Chile –PVCH–. Con esta organización viajó al sur de Chile para la reconstrucción física y emocional de la comunidad Curepto en la sétima región de El Maule. En conjunto a otros colegas y voluntarios, se encargaron del diagnóstico psicosocial del sector de Cancha Rayada, intervención en crisis, promoción y fortalecimiento de redes sociales, contención y psicoeducación.
En 2011 y 2012 se desligó del voluntariado para invertir tiempo en su crecimiento profesional como psicóloga en la Dirección de Desarrollo Comunitario de la Ilustre Municipalidad de Paine, Santiago. Fue la encargada de entrevistas y construcción de informes psicolaborales, apoyó al emprendimiento y a la inserción e inclusión laboral de personas privadas de libertad, discapacitados y drogodependientes. Posteriormente también se desempeñó como jefa de operaciones en el Organismo Técnico de Capacitación –OTEC–.
Hábitat para la Humanidad Guatemala a menudo lleva a cabo actividades que permitan desarrollar recursos y así, brindar a más guatemaltecos soluciones habitacionales. Una de las empresas involucradas es Lubricantes Internacionales de Guatemala, S.A. que, a través de su marca comercial Valvoline, ha apoyado en repetidas ocasiones el “Open para la Humanidad”, un torneo abierto de golf anual organizado por Hábitat Guatemala. El apoyo económico de Lubricantes Internacionales fortalece el Fondo Rotativo de Hábitat para la Humanidad y permite que más familias puedan construir y mejorar su hogar. Tal es el caso de la familia de Manuel de Jesús Otzoy y su esposa Paula Mixia, ya que su vivienda fue dedicada a esta empresa. El acto de entrega y dedicatoria se realizó el viernes 19 de julio en San Luis Pueblo Nuevo, municipio de Pastores, Chimaltenango.
Paula es cocinera. Manuel de Jesús es albañil y él mismo construyó su propia casa, con el financiamiento y asesoría que Hábitat para la Humanidad ofrece a miles de familias trabajadoras a nivel nacional. Junto a ellos, y de manera simbólica, recibieron sus casas las familias González Gómez y García Alvarado, ambas de Chimaltenango, quienes también construyeron con la Fundación. Entre los invitados al acto se encontraron representantes de Lubricantes Internacionales, Hábitat Guatemala, familias beneficiadas y voluntarios miembros de los comités locales de Hábitat de la región.
Así, Hábitat para la Humanidad Guatemala celebró el esfuerzo de las familias guatemaltecas que, aunadas al los programas de Responsabilidad Corporativa de empresas como Lubricantes Internacionales, permiten expandir el programa de Hábitat para la Humanidad Guatemala y alcanzar a más personas guatemaltecas que necesitan una vivienda.
“Habíamos pensado en construir nuestro propio hogar antes, pero no podíamos ahorrar lo suficiente para hacerlo”, dice. Jorge vivía en un cuarto de la casa de su suegra con su esposa, Yesica, y sus dos hijos, Gabriela y Arturo. Ahora, a través del apoyo de Hábitat Guatemala, esta familia es la propietaria de la “Casa 50 Mil”, cuya construcción concluyó el viernes 26 de abril.
La celebración de la Casa 50 Mil de Hábitat para la Humanidad Guatemala inició hace meses, se extendió por toda la República a través de las oficinas regionales de la Fundación y concluyó en Zacapa con la construcción masiva de veinte casas (incluida la de la familia Pensamiento) con el apoyo de cientos de voluntarios provenientes de diferentes partes de Guatemala y del extranjero.
Jonathan Reckford, principal oficial ejecutivo de Habitat for Humanity International, figura entre los invitados internacionales que se dieron cita en Usumatlán para la ocasión. Es la segunda vez que Reckford visita el país: la primera fue para celebrar la Casa 25 Mil en 2008. “Es extraordinario que estemos celebrando la casa 50,000 menos de cinco años después”, expresó.
Entre las actividades constructivas de la semana, se edificó la vivienda de Sara García en un tiempo récord de 24 horas con 23 minutos. Esta casa fue bautizada como “la 50,001” por representar el próximo reto de la Fundación: alcanzar las 100,000 casas construidas o mejoradas por Hábitat para la Humanidad en Guatemala en los próximos cinco años; brindarle a 100,000 familias la oportunidad de mejorar su calidad de vida.
Desde 1979, la Fundación ha apoyado a 300,000 personas guatemaltecas a mejorar su situación de vivienda. Esto impacta positivamente el desarrollo de las comunidades y, de manera directa, en la vida de la familia, que es copartícipe en la construcción de su nuevo hogar.
Mirá las fotografías de la celebración en nuestra página de facebook.
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